Su relampagueante popularidad fue por fines de los 50 y
con altibajos llegó hasta principios de los 70.
Inundó de swing al viejo Montevideo. Bohemio que cruzó la
noche de la ciudad que tanto amó. Santiago Luz y su clarinete,
una de las leyendas urbanas de la Vieja Capital. La memoria,
aunque medio achicharrada, entona bajito el clásico de
Benny Goodman "Tengo ritmo". Y comienzan sus versos
sincopados sobre aquel negrazo que fue su amigo.
Encandiló a todos en los bailongos donde la musa arrabalera
pisaba fuerte y compadrona. De a poco, ingresó en las salas
de baile hasta ser una presencia habitual y muy querida.
Su pequeña figura, un viejo smoking y la barbita de mota
blanquecina fueron populares por la mitad del viejo siglo.
Los bailarines que un rato antes se habían trenzado en los
tangos de las típicas, de a poquito, se fueron liberando de
prejuicios. Aprendieron a danzar, bailar y saltar con el
negro del clarinete. Acompañado por el enorme contrabajo y
la estruendosa batería, Santiago contorneaba suavemente su
cuerpo y en éxtasis con los ojos muy cerrados.
Suenan en el laberinto de la memoria los acordes de
"Saint Louis Blues, "Moritat" y la genial versión de
"Cuando los santos vienen marchando"...
Montados en la nave de Internet atravesamos
el tiempo para escucharlo...
AUDIO
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